La selección de los temas es impecable. Algunos son clásicos de la música ranchera como "Penas En El Alma", "Pa’ Todo El Año", "Tu Recuerdo Y Yo", –en donde mezcla instrumentos electrónicos y hip-hop–, y "Entre Copa Y Copa". Otros son compuestos por la misma Downs como "La Cumbia Del Mole" o "El Corrido De Tacha La Teibolera". Interpretaciones muy modernas con arreglos tecno, electrónicos y algo de rock caracterizan las versiones de estas rancheras, que le dan una variación a un género cantado usualmente de manera acústica y con mariachi.
Downs es dueña de una voz privilegiada, que le permite cantar con la misma intensidad rancheras, corridos, boleros y cantos tradicionales mexicanos. Si los tres últimos los había explorado en sus producciones anteriores, en "La Cantina..." la ranchera se muestra en todo su esplendor. Es claro que la intención de la cantante es reivindicar y reinventar un género que para muchos es solo "música de borrachos", pero que, en la recuperación de lo mexicano que Downs había venido haciendo a lo largo de su carrera, se convierte en poesía. Downs canta este género con sentimiento, porque la ranchera es "la poesía mexicana".
Lila Downs embriaga con su voz. Una voz que en esta producción se expande en toda su dimensión, y que muestra, con toda claridad, que su dueña ya sabe quién es. Por eso, "La Cantina..." es un disco impresionante, único e imprescindible.
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