Nadie esperaba el arrollador éxito que supondría "19 Días y 500 Noches". El cambio de producción -aquí apenas participaron De Diego y Varona- le vino a los versos del jienense como anillo al dedo. Alejo Stivel,(ex-Tequila y recién convertido a productor), convenció a Sabina de que debía cantar con su voz natural, sin maquillaje ni edulcorantes, que se olvidara de utilizar una voz impostada, que fuera él mismo. Este detalle fue, sin duda, uno de los grandes aciertos del disco.
No sólo en lo vocal se nota la mano de Stivel, en lo musical sufrió una mutación considerable. Por fin se escuchaba un disco lineal, compacto pensado como obra única, casi conceptual. Si asociara el disco a un color eligiría el gris. Todo suena melancólico, sentido, romántico, fracasado. Todo huele a whiskie y humo, a añoranza, a tristeza, a barra de bar. Y en realidad Sabina hace lo de siempre, canciones de todo tipo. Pero pese a lo heterogéneo de la propuesta, Stivel le da un sentido unitario, una atmosfera Gotham que lo envuelve todo. Y hay rumba, ranchera, rap, rock… hay de todo. Pero un todo uniforme.
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