Empezó a cantar en el coro de su escuela y a los 11 años ya era solista en un show de música y teatro para niños patrocinado por el estado ante una audiencia de cientos de personas en una de las más grandes salas de conciertos de la ciudad.
Durante su adolescencia estudió para ser actriz, después descubrió el jazz y a Sarah Vaughn, dándole una nueva heroína a la cual admirar y una nueva dirección a seguir. Después de un breve periodo actuando con grupos locales, Natalia conoció a diversos músicos y se unió a "Cosmic Ja-Ja", después de algún tiempo sobre los escenarios se mudó a Barcelona, España.
En Barcelona, Natalia inmediatamente entró al circuito local de jazz y se lanzó dentró de la escena de la música electrónica contribuyendo para sencillos de "house" y "techno" e incluso cantó en algunos eventos frente a miles de personas. En este periodo conoce al joven guitarrista y compatriota Federico Aubele.
En la música de Natalia Clavier se reconocen paisajes del folklore argentino, cruzados por una música electrónica sutil que acompaña, secunda. Bases "dub" y "hip-hop" en las que la voz de esta porteña vecina de Brooklyn se luce: se acerca a Bebel Gilberto para, un rato más tarde, huir despavorida hacia el extremo opuesto y convertirse en una Beth Gibbons, (Portishead), optimista. Letras que hablan de amor, de verdades personales. Algunas iluminan, otras duelen.
"Néctar" es un álbum muy sólido y su voz es, de lejos, la principal atracción así como la instrumentación acústica tradicional como el violín, cello, piano y guitarra.
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